Durante su intervención en el Foro
de Davos, Javier Milei generó gran controversia al realizar una grave acusación
contra la comunidad LGBT: “La ideología de género constituye
lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos”, afirmó el Presidente
argentino. Este comentario vinculaba las políticas pro-derechos de la comunidad
LGBT con el abuso infantil.
Sin embargo, las declaraciones
de Milei están en completa contradicción con los datos que revelan la
realidad del abuso infantil: el abuso no está relacionado con la orientación
sexual, sino que se produce en el entorno familiar y en su mayoría, los
agresores son hombres heterosexuales.
Los datos que desacreditan las acusaciones
El National Child Abuse and Neglect
Data System (NCANDS), informe anual del Departamento de Salud y Servicios
Humanos de Estados Unidos, demostró que aproximadamente el 90% de los agresores de abuso sexual
infantil son heterosexuales. El informe aclara que "la mayoría de estos
delitos ocurren dentro del entorno familiar, donde los agresores suelen
ser varones heterosexuales, en su mayoría padres, familiares cercanos o amigos
de la familia".
Por otro lado, un informe del
Centro Nacional de Abuso Infantil de Estados Unidos (NCCAN) también respaldó
estas cifras, indicando que más del
60% de los casos de abuso sexual infantil se producen en el núcleo familiar o
en su círculo cercano. En muchos de estos casos, los agresores son el
padre biológico o el padrastro, desmintiendo de manera tajante cualquier
vínculo entre el abuso infantil y la orientación sexual.
La realidad en Argentina: abuso en el entorno familiar
La situación en Argentina también
sigue esta misma línea. En 2023, la Oficina de Violencia Doméstica de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina informó que 5391 niños, niñas y adolescentes fueron
afectados por violencia en el ámbito familiar, siendo los hombres
heterosexuales los principales agresores. Este informe refuerza la idea de
que el abuso infantil está estrechamente vinculado a dinámicas familiares y de
poder, no a la identidad o la orientación sexual de los agresores.
Las acusaciones de Milei, al no estar basadas en hechos verificables ni
en estudios confiables, no solo son infundadas, sino también peligrosas. Al
desviar la atención de los verdaderos responsables del abuso infantil, se corre
el riesgo de malinterpretar y perpetuar mitos que perjudican tanto a las
víctimas como a las comunidades que buscan justicia y derechos. Las
estadísticas sobre abuso infantil señalan que el problema se encuentra principalmente
dentro del entorno familiar y no tiene relación alguna con la orientación
sexual de los agresores.