El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió el alta y abandonó este
domingo el hospital de Sao Paulo donde convalecía desde que fue operado el
martes de emergencia por una hemorragia intracraneal. Si bien aseguró que se
encuentra "vivo, entero y con más ganas de trabajar", reconoció
que se asustó debido a la intervención.
"Estoy aquí entero (...)
volviendo a casa tranquilo", afirmó el mandatario de 79 años en una rueda
de prensa de su equipo médico en el Hospital Sirio-Libanés. El
funcionario, que fue intervenido de urgencia en dos ocasiones, se recuperó
rápidamente de una crisis que le dejó "asustado y
preocupado" por las perspectivas de su propia mortalidad.
El líder brasileño, conocido por su
ritmo frenético de trabajo, irrumpió sin aviso en la rueda de prensa y se
acercó a los micrófonos, caminando sin asistencia. En la mitad de su tercer
mandato el casi octogenario reiteró un lema repetido en su campaña: "Tengo
la energía de un treintañero y la fuerza de un veinteañero para construir este
país". Se dirigió a los periodistas, vestido con una chaqueta y un
sombrero que le tapaba las secuelas de la intervención, junto a su esposa
Rosangela 'Janja' da Silva.
"Reivindico el derecho a vivir
120 años", bromeó, a la par que agradeció a los médicos y personal de
enfermería la atención que le brindaron. Lula fue operado con éxito el martes en Sao Paulo por un
hematoma cerca del cerebro derivado de un golpe sufrido hace casi dos meses,
cuando se cayó en el baño de la residencia presidencial en Brasilia.
Dos días después debió someterse a
una nueva intervención complementaria, prevista en el protocolo médico,
para minimizar el riesgo de nuevos sangramientos. Lula deberá seguir en
casa en Sao Paulo hasta el jueves, cuando se someterá a nuevos exámenes. Luego
podrá volver a Brasilia y continuar su agenda de compromisos. "Me han dicho
que tengo que estar 60 días tranquilo, pero puedo trabajar con normalidad. Así
que a pasar Navidad y Año Nuevo en casa, y a intentar obedecer las órdenes de
los médicos", expresó.
El mandatario podrá retomar sus
actividades, aunque los próximos 15 días serán de "más cuidado", explicó
en la rueda de prensa el cardiólogo Roberto Kalil, uno de los médicos que lo
atendió en el hospital. "La única restricción es el ejercicio
físico", precisó. Otra de sus médicos, Ana Helena Germoglio, afirmó que la
recuperación de Lula "superó extremadamente lo esperado". "Para
mi felicidad y del equipo, el presidente está de alta hospitalaria",
añadió.
El último periplo hospitalario de
Lula comenzó el lunes cuando se quejó de dolores de cabeza. "Sentía que
mis pasos se ralentizaban, tenía los ojos enrojecidos y mucho sueño",
detalló. Una tomografía detectó una "hemorragia intracraneal" y fue
trasladado de emergencia al Hospital Sirio-Libanés, el mejor centro de salud
del país.
"Como pensaba que estaba
curado, confieso que me asusté por el volumen de crecimiento del líquido
en mi cabeza. Quedé preocupado por la urgencia del pedido para venir" al
hospital, sostuvo el presidente. "Nunca pienso que voy a morir, pero tengo
miedo, entonces necesito cuidar la disciplina, (...). Estoy tranquilo, me siento bien", añadió. "Muchas
gracias por las oraciones. Y, los que sólo tienen odio, quedan perdonados.
Estoy aquí, vivo, entero y con más ganas de trabajar", subrayó en sus
redes sociales.
La hemorragia que obligó a su
hospitalización es producto de la caída que sufrió el 19 de octubre, en la que se
golpeó la parte trasera de la cabeza. En ese momento recibió puntos de
sutura y se sometió a evaluaciones periódicas durante varias semanas. Pero
retomó su rutina, con una agenda especialmente cargada que incluyó la recepción
de los líderes del G20 en una cumbre en Rio de Janeiro el 18 y 19 de noviembre.